Caminaba entre las tumbas del cementerio de
aquella aldea, aquella mujer fría y calculadora, sin saber lo que buscaba con
exactitud; parecía estar perdida, sola caminaba entre las lapidas creyendo que
tal vez podría encontrar una señal, alguna pista de lo que en realidad pasaba
en aquella aldea. Sin saber porque miro hacia la casa en la colina de la
entrada, le extraño que a plena luz del día estuvieran cerradas las cortinas de
aquella casa, le pareció incluso que estaba abandonada y que ahí no vivía
ningún hombre.
De pronto se vio interrumpida por el sonido
de unos pasos aproximándose a ella, se volvió hacia donde venía el sonido y
descubrió que un hombre se acercaba a ella, era el guarda tumbas que al
instante le pregunto.
– ¿Se le ofrece algo señorita? –.
–No, en realidad estoy buscando pistas. –le
dijo Casandra.
– ¿Pistas? –pregunto el hombre nuevamente.
–Sí, pistas… Cualquier cosa que pueda
averiguar sobre la mujer que atormenta a esta aldea. –contesto Casandra un
tanto dudosa.
–Pues si está usted buscando pistas señorita,
está en el lugar equivocado. –dijo el guarda tumbas al fin.
– ¿Qué quiere decir con eso? –pregunto
Casandra algo obstinada.
–Pues que está usted perdiendo su tiempo,
porque ella jamás ha venido por aquí; la he visto pasar cerca de la entrada,
pero nunca ha entrado, no creo que aquí haya algo de lo que se pueda alimentar.
– ¿Cómo está usted tan seguro de ello? si
está usted aquí. –volvió a preguntar Casandra.
–Pues yo no le tengo miedo, siempre he
trabajado en esto y cuando yo vivía al sur de Transilvania nunca me atacaron
los vampiros y siempre los vi pasar cerca, ellos me veían pero tampoco se me
acercaban, así que creo que es igual, estoy tan acostumbrado a la noche que
hasta creo que a ella le parezco poco interesante –.
–Y usted ¿Qué cree acerca de que el hombre
que vive en aquella casa es el responsable? –pregunto nuevamente aquella chica
al hombre con quien charlaba.
–Pues yo no le puedo contestar eso señorita
porque hasta donde yo sé, ese hombre es muy devoto a la iglesia, o ¿usted cree
que un hombre así pueda dedicarse a algo tan malévolo como la brujería? –dijo
el guarda tumbas a su acompañante.
–Le sorprendería todo lo que hemos visto –.
Y sin más nada que decir Casandra se alejó de
allí, miro hacia la casa que parecía estar abandonada y nuevamente comenzó a
pensar en la posibilidad de que esa casa fuera el lugar donde tenían que
buscarla, era como si estuviera segura de que ahí la encontrarían, pero decidió
esperar a reunirse con sus compañeros antes de hacer algo que le pudiera costar
caro.
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Gritos de la sombras