Los pálidos rayos de sol que lograban
filtrarse a través de les viejas cortinas de la gran mansión donde Leonora
vivía la despertaron de una terrible pesadilla, creía haber soñado la muerte de
algún aldeano la noche, no sabía que eso no era un sueño, sino que lo había
presenciado y que había sido ella quien lo había matado. De repente algo muy
peculiar llamo su atención, afuera cerca de su casa se escuchaba a una gran
muchedumbre que parecía estar preocupada y al mismo tiempo extasiada, se
levantó y asomo ligeramente su mirada a través de las cortinas rotas, alcanzo a
ver que cuatro personas estaban llegando en un carruaje a la pequeña ciudad,
eran tres hombre y una mujer; trato de no tomarle importancia y regreso al
interior de su lúgubre y desolada casa, habían pasado solo unos días desde que
su padre había muerto y aunque había continuado con su vida, extrañamente no le
hacía falta nada la canasta de fruta de la que diario comía, seguía llena de
fruta fresca, aún tenía alimentos que no parecían podrirse, ¿Cómo era eso
posible?, segura estaba que esa era la razón que la obligaría a salir de su
casa, pero aunque todos los días hacia sus actividades normales, no parecía que
nada en aquella casa cambiara.
Mientras tanto en el pueblo los cuatro nuevos
residentes se presentaban a los aldeanos, primero estaba Conrado, el sacerdote;
era un hombre joven bien parecido, de cabello castaño y ojos azules, con carácter
bondadoso y un alma completamente caritativa. Después estaba Ezequiel, uno de
los guerreros (como así le gustaba que lo llamasen) era un hombre alto moreno y
bastante fornido con una mirada y un carácter que parecía intimidar hasta la
más escurridiza de las criaturas, de aspecto cruel pero al mismo tiempo
misterioso. También se encontraba en el grupo Leonard, un joven apuesto, de
ojos castaños y piel morena, parecía que era un hombre con carácter misterioso
y malicioso, pero al mismo tiempo parecía estar lleno de bondad y amistad. Por
ultimo estaba Casandra, una mujer de belleza incomparable con un carácter
fuerte y valiente, en sus ojos parecía ocultar mucho más que dolor y rencor por
su horrible pasado, pero parecía una buena chica.
Todos ellos fueron bien recibidos en la aldea
y esperaron encontrarse pronto con la bestia que supuestamente atormentaba a
aquella multitud.
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Gritos de la sombras