Por las noches Leonora descansa, o al menos
eso es lo que su mente cree, no sabe que su cuerpo sale a respirar el frío
aire, que sus pies descalzos sienten la yerba entre sus dedos, que su alma está
en trance mientras su sombra se encarga de poseer todo lo que a ella le
pertenece.
Sin saberlo, la luna es la que maneja la
voluntad de la sombra; sin saberlo la sombra es la que está frente a las
personas, sin saberlo; la mujer de las sombras asesina inocentes para saciar su
hambre de malos recuerdos, de maliciosas y vanas esperanzas. ¡Claro! no todos
los días asesina personas que embriagadas por el miedo al caer la noche se
ocultan temiendo ser las siguientes en la lista de víctimas de esta mujer; lo
cierto es, que no hay lista alguna, simplemente asesina a las almas más
vulnerables… las que más miedo tienen, ella huele el miedo y lo saborea,
convencida está de que esas son las presas que están más a su alcance. ¡Sí!
esta sombra persigue a todo aquel que le teme a la noche, la lista de muertos
entre sus manos aumenta con cada día que al parecer está controlado por azares
del destino, puesto que no sigue un patrón pueden pasar semanas antes de que
ocurra un nuevo homicidio pero también es cierto que puede haber asesinatos
hasta cuatro días seguidos, y de igual manera puede ser uno solo el que esté en
peligro, pero también pueden ser varios los que no tengan la dicha de volver a
ver la luz del día.
Sí, al caer la noche Leonora es víctima de
una cruel pesadilla que ni siquiera ella sabe que pasa todos los días, debe ser
perturbador para una chica como ella pasar la noche, en especial esas amargas
noches en que realmente tiene pesadillas y no puede despertar porque su cuerpo
está a merced de una mujer que aunque es ella misma, no es en esencia la mujer
bella y frágil que mira cada vez que esta frente al espejo, ¡Sí! es muy cierto
cuando digo que sigue siendo una mujer bella, que parece ser la flor que crece
en la adversidad de la belleza pero también es un ser maligno, que inspira
temor; un ser que es de naturaleza salvaje, que carece de fragilidad y de
bondad, es un ser que vaga entre las sombras, que vive entre la fragua del
mismo infierno cada vez que absorbe la esencia vital de una persona, es extraña
la forma en la que asesina, pues jamás ha obtenido sangre, jamás ha apuñalado a
otro ser, jamás ha asfixiado o ahogado a ninguna de sus víctimas, basta con
poner un dedo sobre la piel de su presa para absorber la energía maligna que
alberga ésta en su sombra, así es; la asesinada es la sombra del hombre, mujer,
niño o anciano al que ella toca, si muere la sombra; muere el cuerpo y el alma
junto con ella.
¡Oh cruel destino! que asechas a esta mujer
que no tiene la culpa de nada, libérala de estas cadenas que la atan al
infierno, infierno que escala tratando de escapar y que lejos de estar cada vez
más afuera, se hunde más con cada noche que pasa.
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Gritos de la sombras