Entro es una taberna el guerrero apuesto, rompe-corazones que a donde quiera que iba las chicas suspiraban por él, entro a
refrescarse un poco ya que el calor de aquel día parecía insoportable; pidió
una cerveza al tabernero y se sentó en la barra, mientras bebía el tabernero se
acercó y le pregunto qué era lo que buscaba en sí.
–Estamos tratando de averiguar qué es lo que provoca
la ira de aquella mujer. –Se vio interrumpido por tabernero.
– ¡Eso es una bestia del mismo infierno, no
una mujer!
–Creo que está exagerando un poco, aun no
estamos seguros de lo que sea pero tiene la silueta de una mujer y es mejor
llamarla así ¿no le parece? –replico Ezequiel.
–Pues a mí no me parece que sea una mujer,
sostengo que es una bestia y nadie me sacara de esa idea –gruño el tabernero.
–En fin, me gustaría saber un poco acerca de
esta criatura, todo lo que pudiera decirme conforme a lo que ha visto o
escuchado –.
–Pues la verdad es que llevo viviendo en este
lugar desde hace cuarenta años y nunca había pasado nada así hasta hace unos
diez años sino mal recuerdo, simplemente una noche llego esa bestia, aún
recuerdo que la primera vez que supimos que esa cosa existía fue cuando asesino
a la hija del panadero cuando salía de la librería, desde entonces la gente
vive con miedo –.
–Y ¿nadie ha intentado detenerla antes?
–pregunto Ezequiel.
–A esa bestia del demonio la han intentado
desparecer grandes sacerdotes incluso el Papa en persona a quien por cierto
dejo gravemente herido, el resto ha muerto de una forma atroz, han venido
alquimistas y grandes caza recompensas de todo el mundo, pero ninguno ha tenido
éxito, ¿Por qué crees que ustedes podrán detenerla? –.
–No solo lo creo, estoy completamente seguro
de ello, somos los mejores en lo que hacemos y hallaremos la forma de lograrlo
–. Dijo seguro de lo que decía – ¿Alguna idea de dónde proviene?
–Al contrario de lo que dice el sacerdote, yo
estoy casi seguro de que esa cosa es manipulada por el hombre que vive en la
casa de la colina a la entrada de la aldea. –Dijo el tabernero refunfuñando.
– ¿Podrías decirme algo más de ese hombre?,
tal vez nos sirva –.
–Recuero que llego una noche, vino directo a
la taberna y parecía muy distraído, como ido, era como un muerto decrepito; se
veía algo ansioso y traía consigo un montón de valijas viejas y una canasta con
un bulto, muchos decían que era un bebé, otros que era algún animal, recuerdo
que dijo que venía buscando un lugar donde alojarse o bien donde poder vivir,
la casa que ocupo estaba abandonada en ese entonces y nadie se opuso a que él
la ocupara, y aunque trabajaba de forma honrada y honesta, nadie supo cómo fue
que consiguió arreglar esa casa tan rápido si era un simple campesino, muchos
dicen que su esposa murió hace mucho tiempo en la masacre que ordeno el actual
Rey Darío cuando quería exterminar a la princesa Rebeca y que después él en su
desesperación mato a su propio bebé y que el bulto que traía era el cadáver de
aquella inocente criatura–.
– ¿Qué hay de esa teoría que dicen que esa
mujer es la princesa que murió? –.
–Pues a mí no me consta, esa criatura no es
una mujer y menos el fantasma de una princesa, aunque no esté seguro de si la
princesa murió o no –.
Y agradeciendo al tabernero Ezequiel decidió
salir de allí a seguir buscando pistas que pudiesen servirle, sin quitar la
posibilidad de que realmente aquel hombre de la casa en la colina fuera el
responsable de esas extrañas apariciones.
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Gritos de la sombras